Uuuuuufffffff que añitos llevamos. ¿Dónde refugiarse del frio que hace fuera? O, por el contrario, ¿hay que agarrar el toro por los cuernos? …
Nuestro mayor problema son las lacerantes desigualdades y la ruptura del ascensor social. Nuestros hijos serán más pobres que nosotros por primera vez desde hace un siglo. En plena sequia regamos campos de golf y el despiste de los políticos hace que se digan perlas como qué difícil es llegar a final de mes con 3000€ cuando la renta media en España es de 28.000€ anuales. La sorpresa para un observador atento es que no se le haya dado forma a este malestar y que la ciudadanía v que tienen dinero para pagar la suscripción a la plataforma viva adormecida disfrutando de series como Succession. Nos queremos cargar la filosofía en los planes de estudio del bachillerato cuando Aristóteles y Kant debieran estar de moda para entender mejor el mundo.
¿Qué está pasando? Los políticos y las estructuras de sus partidos andan a la greña sin poner el radar en la onda adecuada, peleando por temas que al común de los humanos no nos interesan nada. Los trabajadores esenciales durante la pandemia siguen sin reconocimiento y sin salarios a la altura de su contribución. Son las desigualdades en el reparto de la riqueza que se han agrandado y el impacto del cambio climático sobre personas y territorios lo que ha puesto en solfa a la globalización con el retintín de que el mercado lo soluciona todo. Sin la intervención del estado, por ejemplo, en la pandemia díganme ustedes que hubiera pasado. Alinear incentivos para aliviar el calentamiento global está muy bien, pero es hora de la educación y de la política. En el fondo estamos hablando de confianza, como tantas veces.
Michel J. Sandel nos habla en su último libro de patriotismo, de que debemos pensar que nos debemos unos a otros como conciudadanos en un mundo dañado por pandemias, guerras, escasez de agua y cambio climático. Seguir igual nos abocará a escenarios preocupantes.
