Mayo será el mes clave. Tendrán que salir de los hospitales los que han completado su residencia (el 28 de mayo) y entrarán los que han aprobado, eligiendo especialidad telemáticamente este año. Ante el pico de demanda asistencial por la Covid 19, el Consejo Interterritorial del SNS sugirió prorrogar la estancia de algunos especialistas. El periodo de tiempo lo decidirían las CCAAs que son las que tienen las competencias sobre los servicios sanitarios. Inicialmente con una propuesta del Ministerio de Sanidad, de mismo salario. Visión cortoplacista y errada. Ha tenido que rectificar. Se les pagará como facultativos especialistas, pues una vez finalizada la residencia y con las evaluaciones superadas, es el siguiente escalón de una carrera profesional exigente y extremadamente dura. Dense cuenta que un especialista ha estudiado diez u once años.

La carrera se ha feminizado mucho, casi 8 de cada 10 estudiantes de Medicina son mujeres. El nivel de exigencia es altísimo. El punto de corte de entrada a la facultad es muy elevado y da paso a seis años de estudio de grado muy demandantes. No se les puede ni se les debe defraudar. Además de cuatro o cinco años de especialidad. Mis recuerdos son de haber vivido en el hospital –durante la carrera y durante la especialidad– más que en casa… Sin queja alguna, disfrutando muchísimo.

Los que han aprobado el MIR este año están pasando un periodo de incertidumbre por la pandemia de la Covid 19: todo se aplaza. Algunos R 0, en este interim, han aprovechado para empezar a trabajar, ¿dónde? Pues, por ejemplo, en residencias de mayores, lugares con muchas necesidades de cuidado médico no cubiertas. También en hospitales desbordados, como el mío de residencia, el HU La Paz. Olé, gran servicio público, demostración de una vocación y del valor intrínseco de ser médico, poderoso incentivo comportamental, como reza en la publicación “Ser médico: los valores de una profesión”. Y digo intrínseco porque extrínseco no es. Los salarios para el esfuerzo dedicado son, comparados con los países de nuestro entorno, bastante más bajos. La progresión de la carrera una vez que son especialistas está, a fecha de hoy, abocada a la precariedad: interinidades y/o empezar a compatibilizar lo público con lo privado. Este comportamiento dual, lleva a una reducción del rendimiento (producción) del sistema sanitario en su conjunto. Propicia una nebulosa de los deseos de pertenecer a una profesión que debe seguir siendo humanizada.

Si empezaron con un itinerario educativo sin parangón en ninguna otra profesión, conviene reflexionar bajo la premisa de cuidar al máximo la motivación que mueve y moverá a esta profesión, no de héroes, sino de vocaciones intrínsecas. Sencillo en teoría, difícil en la práctica: que sigan motivados, que les siga gustando lo que hacen, que no se quemen. En definitiva, que disfruten. Si lo hacen, serán buenos médicos.

Cierto es que estas vocaciones pueden, y en muchos casos deben, ir complementadas con programas de formación postgrado en gestión clínica, programas que ayuden a los clínicos en la gestión y dirección de servicios sanitarios, véase como ejemplo nuestro MADS, ya en su edición 31, que ha ayudado hasta el momento a muchos clínicos a entender en un mismo idioma el lenguaje clínico y el de gestión sanitaria, y a llegar a puestos relevantes en nuestra administración pública y privada de los servicios sanitarios.

La generación de nuestros padres, que vivieron la Guerra Civil, estuvo marcada por la violencia y el hambre. La nuestra, la generación de la Transición, buscó el consenso y la estabilidad, y la vuestra, la generación de la Pandemia, quedará influenciada por el binomio riesgo-vigilancia.

En cualquier caso, sirva esta reflexión para animar y apoyar a este colectivo cuidando su vocación y formación.

Un comentario sobre “Los MIR: Expectativa versus Realidad

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