¿Qué está pasando con la sanidad? ¿qué explica el malestar existente? Les planteo un par de hipótesis: la primera viene de la mano de la economía. La segunda, es de calado sociológico.

Vayamos con la primera: la demanda está creciendo con mucha fuerza. Envejecimiento, enfermedades crónicas, COVID persistente, medicalización de la vida cotidiana y un largo etcétera son algunos de los factores explicativos. También la inducción que viene de la mano del crecimiento de la oferta privada. Consecuencia: demoras que empiezan a ser insoportables. Dos años y medio de azote pandémico han dejado secuelas de todo tipo que necesitan ser atendidas. Mal panorama. Pero, la sanidad en España tiene, en palabras de Victor Lapuente, una delicada salud de hierro. Gratuidad en el momento de uso, profesionalidad (con poco sueldo) y trato humano (con sacrificio), han sido casi imbatibles. Es posible que el consenso de izquierdas y derechas en el mimo hacia el Sistema Nacional de Salud (SNS) esté a punto de romperse. Pancartas, manifestaciones. Decisiones políticas que pivotan sólo, aunque no es poco, en garantizar el derecho de la población a recibir asistencia sanitaria, y no tanto, en la estrategia que permita al sistema mirar a futuro afrontando los problemas estructurales que vienen siendo demorados.

La segunda es un tema de percepciones. Ni profesionales ni pacientes están satisfechos. Hay un profundo malestar de médicos, sobre todo de atención primaria, desbordados por una demanda in crescendo. Hay pacientes insatisfechos que llevan mal esperar semanas o meses para conseguir una cita en atención primaria.  Además, la resolución de los problemas de salud que presentan el paciente al profesional es la que es. No hay magia posible. Unos se resuelven con los conocimientos y los recursos disponibles y, otros no, pues bastantes, se salen de la biología y se van al comportamiento.

Para ninguna de las dos hipótesis señaladas hay una solución principal por la vía de la reforma del sistema sanitario. Además, ¿qué reforma? Muchos analistas piensan que la catástrofe está en creer que el sistema se puede reformar. Resultaría más razonable pensar en probabilidades de éxito en función de cursos de acción bien elegidos sobre base empírica, que en soluciones milagrosas que, si realmente lo fueran, ya las habría implantado alguien. Trabajemos pues con buenos escenarios, buenas proyecciones y acopiemos los recursos que podamos para hacer frente a las contingencias presentes y venideras, más que rasgarnos las vestiduras y quejarnos un día y otro también de que el sistema no resiste.

Hagamos un poco de memoria, la Ley General de Sanidad de 1986 ha sido el antes y el después de nuestro SNS. El Informe Abril en 1991 fue la ocasión perdida de introducir alguna recomendación sensata que incorporara la exigencia de la eficiencia en la gestión de lo público. Nada de calado se ha hecho desde entonces. El sistema sigue en pie, aunque cada vez -por el paso de los años- más deteriorado. Profesionales perdiendo ilusión y vocación.   Mientras que los ciudadanos que pueden compran una póliza privada.

Por terminar con un ánimo menos pesimista, planteo un deseo que espero se haga realidad: en un futuro cercano, la ciencia del dato nos va a ayudar. Los algoritmos serán mejor regulados y adquirirán carta de naturaleza en mucha actividad clínica rutinaria. En sanidad sabemos que la innovación tecnológica siempre ha ido por delante de la organizativa. Es retador conocer que estamos ante causas irresolubles (crecimiento de la demanda y recursos limitados) para saber que no hay soluciones (reformas) ni fáciles ni muy factibles. Además la imposible renuncia al estatus quo y a los rígidos roles de los agentes nos plantea un escenario de suma cero, es decir, se neutralizan unos a otros, ¿o no? Ojalá esté equivocado y los políticos sanitarios con sus equipos de expertos, de todo color y en todos los territorios, tomen la riendas aunque sea poco gratificante y se impliquen con competencia y diligencia, ejerciendo un liderazgo institucional muy necesario.

Un comentario sobre “Sistema sanitario español: ¿quo vadis?

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