La medicina académica permanece bajo escrutinio en toda la Unión Europea desde hace años sin que apenas haya cambiado ni el syllabus del grado ni el enfoque ni el método de la enseñanza de los futuros médicos. En el origen de la crisis tenemos un histórico y desafortunado pobre balance de poderes tales como la estructura de la carrera, la existencia de incentivos perversos que perpetua estatus quo en premios académicos y de financiación de la investigación, y una grieta creciente entre las instituciones médicas en la investigación y en la formación. También hay una crisis en la medicina basada en la evidencia, que forma parte del problema. Adicionalmente, hay escasez de fuerza de trabajo y un crecimiento de la demanda de los servicios sanitarios que tensiona presupuestos con poco margen de movimiento para los gobiernos. A todo ello se le añade la irrupción de la Inteligencia Artificial que resitúa la relación médico-paciente.
La formación de los profesionales médicos y el avance del conocimiento deben tener como objetivo central la mejora de la salud y del bienestar de la población del planeta de la forma más equitativa posible. Ciencia, ética y humanidades, más promover el aprendizaje permanente, son sus principios fundamentales. Sin ellos, la ignorancia y la desinformación dominarán y harán a las sociedades más vulnerables al populismo, con lo que tendremos una pobre toma de decisiones.
La historia reciente, con los bloqueos, nos ha mostrado la exacerbación de conflictos, las dificultades en la gestión global de la pandemia y el aumento la pobreza en muchos lugares del mundo.
La medicina académica tiene muchos socios: comunidad académica (universidad), organizaciones sanitarias, decisores, personal médico, estudiantes de medicina, todos ellos, con perspectivas distintas, pero compartiendo la responsabilidad de crear un futuro mejor. Otras voces importantes son el soporte a la investigación médica, incluyendo financiadores de los sectores público y privado, industria, sociedades médicas y científicas y revistas.
Avanzar en una conversación global se impone para alinear metas y estrechar la grieta entre la capacidad académica y la revisión curricular crítica de la medicina académica.
Los principales desafíos están en alinear mejor los incentivos entre instituciones académicas y de asistencia sanitaria; alinear los propulsores de las agendas científicas y de la generación del conocimiento; y estrechar la distancia en los techos de cristal de las carreras académicas con mejores incentivos y premios que empujen a la misma y, con desincentivos que eviten discriminación e inequidades dentro y entre instituciones sanitarias.
Por último, hay que poner encima de la mesa aquellas propuestas factibles y convenientes para el conjunto de los sistemas sanitarios europeos con ánimo crítico que nos alejen de un colapso previsible y propiciado por la inacción.
