La gestión post COVID 19 como era presumible está consistiendo en la gestión de listas de espera a las que estábamos acostumbrados, y, donde, el asunto crucial es cribar bien lo que no puede esperar en términos de las muchas y variadas complicaciones que ha dejado el azote pandémico. El sector privado está también sometido a una fuerte demanda, en parte por las colas de lo público, y, por tanto, también tiene listas de espera.
Si nos comparamos con otros sectores donde la intervención del estado y las administraciones públicas también es mayoritaria y su mal funcionamiento repercute muy seriamente sobre la calidad de vida de los ciudadanos, la Sanidad no está tan mal. Señalamos a la Justicia. Procedimientos que se prologan años, indefensión, ruina económica, y un largo etcétera. Llama la atención poderosamente que otras administraciones como la Agencia Tributaria y la Seguridad Social estén plenamente digitalizadas y la Justicia sigue con el papel, con jueces y fiscales desbordados, con secretarios y técnicos que acumulan miles de expedientes. No se arregla con más dinero para parar las huelgas en curso. Negro panorama, sobre el que no vemos manifestaciones ciudadanas demandando mejoras, ¿no os sorprende?
Como una cirugía bien indicada es muy eficaz, pensemos en términos quirúrgicos y aprovechemos el caos para reorganizar sustancialmente la estructura, el reclutamiento y la respuesta al ciudadano a tiempos tolerables. La sanidad tiene garantías de espera y carriles especiales para procesos que impactan seriamente sobre la salud (por ejemplo, cáncer). Y eso que la pandemia nos ha dejado unas listas de espera preocupantes pero lo urgente funciona. Que funcione la estructura hace que los trabajen ahí estén más contentos y atiendan mejor. No lo arregla ni la Inteligencia Artificial con sus algoritmos pues antes hay que lidera un cambio, repetimos estructural que sí se está dando en la sanidad, y se dio el siglo pasado en la Agencia Tributaria. El COVID-19 ha empujado la digitalización de las administraciones públicas, qué duda cabe, pero la justicia sigue preocupantemente retrasada.
