Las vacunas ARNm se empezaron a investigar mucho antes que para la Covid 19, para el cáncer. Se ha vuelto a ello y parece que la primera puede ser para el melanoma.
La edición genética sigue dando pasos de gigante desde que se empezó con el CRISPR como bolígrafo genético. Se trabaja con enfermedades de la sangre. El gran problema es su precio.
En Sociedad entre Pandemias se apunta que estamos ante un muy serio problema de resistencia antimicrobiana. Pudiéramos encontrarnos en los pródromos de la enfermedad X, un patógeno desconocido que podría desencadenar una nueva grave epidemia internacional.
El ARNm nos gusta desde los años 90 debido a su versatilidad, su capacidad para estimular el sistema inmunológico y su perfil de seguridad: después de cumplir con su tarea biológica, la molécula se degrada por completo, sin dejar rastro en el cuerpo. Se avanza en formas de mejorar exponencialmente las propiedades del ARNm, aumentando su estabilidad y eficacia, así como la capacidad de administrarlo a las células inmunes correctas en el cuerpo. Ese progreso permitió crear vacunas efectivas de ARNm que, cuando se administran en pequeñas cantidades a los humanos, provocan poderosas respuestas inmunes. Además, sus procesos rápidos y escalables permiten fabricar nuevas vacunas candidatas para su aplicación clínica en cuestión de semanas. El resultado fue el avance del ARNm en la lucha contra el Covid-19.
El potencial de las vacunas de ARNm va más allá del Sars Cov2. Ahora se empieza a utilizar esta tecnología para hacer frente a dos de los patógenos más antiguos y mortales del mundo: la malaria y la tuberculosis. En todo el mundo, hay alrededor de 10 millones de nuevos casos de tuberculosis cada año. Para la malaria, la necesidad médica es aún mayor: se han reportado alrededor de 230 millones de casos de malaria sólo en la región de África de la OMS en 2020, y la mayoría de las muertes ocurren entre niños menores de 5 años.
La convergencia de la secuenciación de próxima generación y las tecnologías para caracterizar las respuestas inmunes en grandes conjuntos de datos aumenta la capacidad para desarrollar nuevas vacunas. La ciencia también ha avanzado en la comprensión de cómo proporcionar información sobre cómo combatir los patógenos de la malaria y la tuberculosis que siempre se han ocultado y evadido al sistema inmunológico.
La revolución en curso en la predicción computacional de la estructura de proteínas permite el modelado de estructuras tridimensionales de proteínas. Esto ayuda a descifrar regiones en estas proteínas que son objetivos óptimos para el desarrollo de vacunas.
Una de las fortalezas de la tecnología de ARNm es que nos permite probar rápidamente cientos de objetivos de vacunas. Además, podemos combinar múltiples ARNm, cada uno codificando un antígeno patógeno diferente, dentro de una sola vacuna. Por primera vez, se ha vuelto factible que una vacuna basada en ARNm enseñe al sistema inmunológico humano a luchar contra múltiples objetivos vulnerables de un patógeno. En 2023 comienzan los ensayos clínicos para las primeras vacunas candidatas de ARNm contra la malaria y la tuberculosis que combinan objetivos conocidos y nuevos. Si tiene éxito, este esfuerzo puede cambiar la prevención de estas enfermedades y la contribución a su erradicación.
Las innovaciones médicas solo marcan la diferencia para las personas de todo el mundo que las necesitan cuando están disponibles a escala global. La producción de ARNm es compleja e implica decenas de miles de pasos, lo que hace que la transferencia de tecnología requiera muchos recursos y tiempo, y sea propensa a errores. Para superar este cuello de botella, se ha desarrollado una solución de alta tecnología llamada BioNTainer, una instalación para la fabricación de ARNm modular y transportable. Esta innovación podría apoyar la producción de vacunas descentralizada en todo el mundo al dar un salto hacia la capacidad de fabricación de ARNm automatizada, digitalizada y escalable.
Anticipamos que 2023 nos traerá estos y otros hitos importantes que contribuirán a un futuro que aprovechará el potencial del ARNm y democratizará el acceso a medicamentos innovadores. Es el momento de impulsar ese cambio a escala global.