No más del 3% de la financiación del Sistema Nacional de Salud español se asigna a la prevención a pesar de las pruebas sustanciales de su valor y retorno.

Reimaginar la prevención para una sociedad más sana y próspera requiere señalar los beneficios económicos y de salud derivados de la prevención con recomendaciones clave por parte de todos los agentes del sistema sanitario.

Desde la Industria podemos señalar como, por ejemplo, las vacunas contra el Virus del Papiloma Humano (VPH) han hecho que la probabilidad de cáncer de cuello uterino sea casi insignificante. La prevención sufre de los efectos del paradigma de Rose: se desmantelan los cambios por los efectos a largo plazo de las acciones de prevención, lo que lleva a reducciones en la inversión y los recursos (los ciclos de las elecciones políticas son cortos). Esto se ve agravado por la falta de adaptabilidad en la prestación de servicios de salud pública, como se reveló en la pandemia Covid-19.

Es necesario alinear los planes estratégicos de las diferentes Comunidades Autónomas en una acción pública constructiva que vaya más allá de aludir vagamente al compromiso de la prevención en las declaraciones de política pública, apoyada en los beneficios de la inversión en la formación de posgrado para que los futuros profesionales de la salud tomen decisiones informadas sobre los servicios que brindan. También señalar el valor de maximizar los avances tecnológicos para mejorar tanto los datos en tiempo real como la monitorización, optimizando la precisión de las acciones de salud pública.

Otro asunto es la magnitud en la equidad en salud. El llamado código postal. La esperanza de vida puede ser dos años más baja en las áreas más desfavorecidas. Por lo tanto, hacen falta las iniciativas de prevención específicas. Abogar por la intervención en una etapa más temprana del curso de la vida facilita la detección y el acceso tempranos al tratamiento. Proporcionar vías de apoyo temprano adecuadas reducirá el trabajo a las autoridades locales y, con ello, la adversidad. La accesibilidad es garantía de una diferencia tangible en la trayectoria de su salud. Dado que el precursor predominante de la mala salud es la exposición a entornos perjudiciales para la salud derivados de la pobreza, las medidas de política deben esforzarse en promover acciones de prevención dirigidas a estos determinantes de la salud que incluirían el aumento de la financiación de los servicios de prevención centrados en la comunidad dentro de los centros educativos infantiles, los centros familiares y los centros de ayuda temprana.

Hay actividades de Gobierno que permiten a la población elegir entre acceder a programas digitales o presenciales que facilitan y fomentan cambios en el estilo de vida donde las personas viven, trabajan y socializan. El uso de datos y conocimientos sobre el comportamiento nos permite orientar y adaptar las campañas de salud a comunidades específicas mediante la identificación y el funcionamiento de los canales digitales que suelen utilizar. Mejorar la información sobre salud también fomenta una consciencia de control de la propia salud y la capacidad de apoyar la gestión del autocuidado. Los beneficios de la prevención a gran escala van más allá de la salud, beneficiando en última instancia a la economía y al individuo y contribuyendo a los cambios culturales en la incorporación de enfoques preventivos en los valores y comportamientos de la población. Si bien el paso a la digitalización brinda la oportunidad de ofrecer una prevención personalizada a gran escala, debemos tener en cuenta a los millones de personas que carecen de competencias adecuadas en materia de alfabetización digital, y garantizar que los avances digitales vayan acompañados de programas que fomenten dicha alfabetización para mitigar los riesgos de empeoramiento de la desigualdad en materia de salud.

Un enfoque » La salud es lo primero» para las desigualdades mejora la equidad y contribuye a que las medidas pragmáticas incluyan la financiación de intervenciones en las zonas más necesitadas. Significaría transversalidad y que todos los ministerios priorizaran en salud y propiciaran herramientas como la evaluación del impacto en salud para todos los programas de prevención que se pusieran en práctica en los distintos territorios. Requiere una visión holística de la salud que abarque la interacción entre múltiples indicadores y condiciones de vida en lugar de prevenir o tratar una enfermedad de forma aislada.

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