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Todos sabemos que es muy fácil dar poder, pero muy difícil quitarlo. El medio se convierte en el fin y así han embarrancado muchos intentos de reforma en los más emblemáticos Sistemas Nacionales de Salud (SNS).

Funcionarios que defienden el estatus quo, gestores sobrevenidos cortoplacistas y sin coraje, expertos influidos por distintos lobbies, académicos con poca exposición pública, medios de comunicación ocupados en su propia supervivencia y ciudadanos que interpretan cualquier ajuste como una pérdida de derechos,…suponen una mezcla de muy difícil manejo hasta para el político más decidido a realizar cambios en un sistema que lo precisa para que sea solvente y perdurable.

Los partidos políticos y sus líderes, y muy especialmente el que tiene responsabilidades de gobierno, debiera explicar con la crudeza y la pedagogía suficientes que el Estado del Bienestar no es gratis y que muchos derechos son programáticos, algo a lo que aspirar y a lo que orientar políticas…pero siempre bajo los incentivos adecuados. El Estado del Bienestar español no está subfinanciado en función de nuestra renta, está subvalorado por los que piensan que es un derecho que surge de la nada. Y así nos va.

Hay que evitar términos como competencia o privatización en los SNS pues como modelo sus fortalezas (personal cualificado, red asistencial con razonable dotación tecnológica, equidad horizontal en el acceso garantizada y con alta valoración ciudadana) superan a sus debilidades (falta de gobernanza, opacidad, marco organizativo y sistema de relaciones laborales obsoletos, poco orientado a los crónicos y sin conexión a unos servicios sociales todavía muy anémicos). Hablemos pues de cooperar y de coordinar. Lo mejor es ir con experiencias y resultados. Sobre todo, cuando los procesos sobre los que intervenir son crónicos y más de uno (comorbilidad).Pongamos un ejemplo. En el Tercer Congreso de Gestión Clínica celebrado en Madrid, noviembre 2010: http://www.fgcasal.org/publicaciones/Libro_III_Congeso_Gestion_Clinica.pdf, Damian F Jenkinson, responsable de la estrategia del NHS (Inglaterra y Gales) de Ictus nos demostró que en Londres se pasó de 32 Unidades de Ictus a 8, y mejoraron los resultados en salud. Había una estrategia detrás y mucho trabajo de concienciación.

En España existiría un gran campo de actuación de mejora de eficiencia en la integración de procesos asistenciales (quién puede justificar en términos de resultados en salud, la existencia de cuatro unidades de cirugía cardiaca infantil en una ciudad española con la tercera parte de la población de Londres) y en los réditos obtenidos de la eliminación de los actuales silos asistenciales (primaria, hospital y cuidado residencial), en términos de recursos liberados. Aquí entraría la reinversión:  http://fgcasal.org/publicaciones/Libro_Reinversion_2014.pdf que conlleva aminorar gasto, acertando en el que es evitable, es decir, el que carece de consecuencias deletéreas para la salud del paciente. Lo conseguido iría al sector salud, a cubrir otras necesidades. Y no se hace por falta de liderazgo clínico. Se requiere de la participación activa de los profesionales sanitarios que debieran actuar con mucho juicio y madurez, priorizando en el bienestar de todos frente al suyo propio. Tampoco los gestores ayuden si siguen obsesionados con el ahorro. Y tampoco ayuda saber que el Reino de España ha firmado un Memorandum con la UE que nos obliga a bajar del 6,2% del PIB destinado a gasto público en Sanidad  en 2012, al 5,3% en el 2017. Aunque crezca la participación en PIB del sector privado y amortigüe algo la presión asistencial, sobre todo, con los que tienen doble cobertura, su sistema de prestación de servicios es obsoleto y está llamado a una modernización profunda.  Y tiene donde mirar, la reforma sanitaria que intenta Obama desde hace un tiempo, no exenta de infinitas presiones.

Toda crisis deja víctimas de los recortes. Hasta ahora ha sido sobre lo estructural. Toca abordar procesos y si los sistemas de información acompañan, en lo que acompañen, también resultados, incidiendo en prescindir en la cartera de servicios básica, de todo aquello que no aporte valor al paciente. Quién define el valor son los profesionales y las organizaciones con las que se identifican profesionalmente. Y con un marcado liderazgo de lo público que en nuestro sector es el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que tiene que intervenir activamente frente al de Hacienda, demostrando, con cifras, que en salud se invierte más que se gasta. Y que la buena salud colectiva mejora la economía.

Un comentario sobre “Posibilismo y Reforma Sanitaria

  1. ¡Nuevamente excelente Post!

    Simplemente me gustaría apuntar algunos detalles…

    En primer lugar, es cierto que el momento social no es fácil, dado que todo está sujeto a debate y por tanto, casi todo es interpretable, pero la mejor respuesta ante esto, sigue siendo: la profesionalidad.

    Como bien decía Woody Allen: no conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo. Esto es algo que desafortunadamente no siempre recuerdan los líderes de opinión.

    Y es que, ante un miedo atroz a ser producto de las críticas, dejamos que la inercia del sistema lo siga haciendo rodar y el inmovilismo hace que, con frecuencia, nuestro destino final cada vez esté más lejos de nuestro objetivo inicial (el error en el ángulo es pequeño, pero al avanzar cada vez no alejamos más y más).

    Como bien refleja el autor: «Se requiere una estrategia y mucho trabajo de concienciación. Se requiere de la participación activa de los profesionales sanitarios que debieran actuar con mucho juicio y madurez, priorizando en el bienestar de todos frente al suyo propio». Pero, entonces ¿no es este uno de los momentos más facilitadores del cambio? Profesionales que, como técnicos y como ciudadanos, por fin hemos sido conscientes del concepto de Coste-Oportunidad: el dinero ni se crea ni se destruye, simplemente se cambia de partida presupuestaria. Por tanto, fase de concienciación superada…

    ¿Y la fase del juicio y madurez? Quizá no nos atrevemos a verlo, pero una de las grandes ventajas de una situación convulsa como la actual es que con una buena justificación técnica se puede ir más lejos que nunca. Ahora bien, hay que ser técnicamente muy bueno, ya no basta con vender humo. Los ciudadanos reclaman respuestas, y esta vez serán analizadas, les debemos datos reales, con transparencia, independencia y rigurosidad.

    Como bien dice el autor: «Lo mejor es ir con experiencias y resultados». Mi gran duda es si quienes tienen/tenemos que colaborar a trabajar en esta línea están/estamos lo suficientemente preparados (que es diferente a estar convencidos). Mi miedo es que la falta de preparación técnica sumada a una crítica fácil haga que desaprovechemos esta situación convulsa, pero llena de oportunidades, para iniciar las reformas que más beneficios le puedan aportar a la sociedad.

    ¡Muchas gracias por el Post y Feliz Navidad!

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