Tiempo de actuar. Con este ambicioso call to action daba comienza la Cumbre del Clima que finalizó el pasado 16 de diciembre en Madrid.
Si bien, parece que tal y como advirtiera Bjorn Stevens, científico del instituto de Meteorología Max Planck, no había que esperar nada de esta COP 25.
Hemos pasado de la Cumbre de la ambición a la de la decepción. Y es que, una vez más, fracasa la voluntad política de los estados en el aspecto más capital de la protección del medio ambiente: la regulación del mercado del carbono. Ahora bien, “anima” a los estados a aumentar su ambición climática pasando la antorcha a la próxima COP 26 que tendrá lugar en Glasglow en 2020.
Parece que el famoso liderazgo “al estilo Prozac”: ni una mala palabra ni una buena acción es el padrenuestro de la gobernanza climática global.
Desde que en 1987 el Informe Brundtland acuñara el término “desarrollo sostenible”; ¿Ha mejorado mucho la salud de nuestro planeta?
Y la respuesta es negativa tal y como demuestran los últimos informes del IPCC. Parece más bien que vamos camino del apocalipsis ambiental. La reciente declaración de emergencia climática de la UE es prueba de ello.
Si todo esto es así, ¿cómo no se alcanzan los suficientes niveles de concienciación para que la acción política sea impostergable?
Falta entender a fondo la magnitud del problema. No sólo nos estamos jugando la salud de nuestro planeta como un éter abstracto, nos estamos jugando nuestra propia salud. Por tanto, falta en un asunto tan apremiante, una salud con dos esferas: ambiental y humana.
¡Y esto no es nada nuevo! Ya lo decía Lalonde en su informe de 1974 cuando estableció el marco de los determinantes de la salud, que relaciona el medio ambiente y la salud, como uno de los cuatro determinantes y su indubitable efecto que el medio ambiente tiene en la salud humana y planetaria.
Recientemente, la encuesta WHO Health and Climate Change Survey Report, presentada junto al proyecto The Lancet Countdown en la COP 25 en Madrid, demuestra que los efectos climáticos en la salud no dejan de aumentar. Y van desde el estrés térmico, pasando por las lesiones o las muertes causadas por fenómenos meteorológicos extremos hasta las enfermedades de transmisión vectorial, alimentaria o hídrica.
¿Cuándo llegará el tiempo de actuar?. No todo son sombras, se están realizando importantes pasos como la aprobación del Green Deal en la UE de la mano de la nueva presidenta de la Comisión Ursula von der Leyen.
No obstante, la voluntad política es algo muy complejo (y más a nivel supranacional). Querer, por desgracia, no es siempre poder. Ni las grandes transformaciones (como lo es el paso de una economía carbónica a una verde) suceden de la noche a la mañana. Ya lo decía Woody Allen: “solo me llevo 10 años, triunfar de la noche a la mañana”…
Aunque quede mucho por hacer, es injusto no reconocer los logros que se han alcanzado hasta el momento. La firma del Acuerdo de París en 2015 sin ir más lejos. También el Protocolo de Kioto fue un grandísimo hito en su momento. ¿Tienen flaquezas?, por supuesto. Pero se trata de una transformación hacia un mayor progreso tal y como afirma Jeremy Rifkin.
Si bien, es cierto, que nos hallamos ante un punto de inflexión que nos empuja a actuar. A Actuar ya. Lo que no puede suceder es que, en el año 2019, la OMS diga que existe una falta de fondos para adaptar los sistemas sanitarios al cambio climático.
¿Es el tiempo de actuar?, sí. ¿Cuál es el mensaje con el que hacer abogacía?, la salud es cosa de todos.