Sociedad entre Pandemias, la obra –editada por Lino Camprubí y Juan del Llano- que celebrará los primeros 25 años de la Fundación Gaspar Casal, está a punto de aparecer. Humberto Llavador y quién suscribe hemos sido invitados a escribir uno de sus 33 capítulos, el titulado Calentamiento global y bienestar (planetario).
Humberto Llavador, compañero en el Departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra, uno de los economistas más reconocidamente innovadores –tanto en investigación como en docencia de este país- ya publicó en 2015 Sustainability for a Warming Planet, en Harvard University Press, junto con John Roemer (Yale) y Joaquim Silvestre (Universidad de California-Davies). En 2017 fue el conferenciante que clausuró las XVII Jornadas de la Sociedad Española de Administración Sanitaria que se celebraron en Barcelona conjuntamente con la XXXV Reunión Científica de la Sociedad Española de Epidemiología y las XXXVII Jornadas de Economía de la Salud, con una ponencia sobre Calentamiento Global.
Además de los destacados artículos científicos que Humberto ha ido publicando desde entonces, he tenido la suerte de poder colaborar con él en actividades de alta divulgación, como han sido sendas entradas en dos reconocidos blogs: El de Economía y Salud, de AES, y Nada es Gratis.
En el primero, titulado Buen gobierno, pandemias…y calentamiento global, destacábamos, entre otras cosas el hecho de que España ocupa posiciones claramente mejorables en cuanto a calidad de gobierno y gestión pública. Además, y precisamente en un momento en que la confianza en el gobierno, a la sueca, resulta indispensable para permitir el carácter de ensayo y error inevitable en algunas políticas públicas, como si de un robot aspirador se tratara. En esa confianza, dentro de la OECD, solo superamos a Grecia, Letonia e Italia, situándonos a la altura de México. Confianza que, tal como se ha ido perdiendo en los últimos años, ha de recuperarse. La entrada se completa con las vías de salida a la situación esbozada.
El segundo, Piedras, combustibles y virus zoonóticos, arranca con la constatación de que “Cada año emergen en el mundo entre 2 y 5 virus zoonóticos producto de nuevas interacciones entre hombres y animales. El SARS-CoV-2 es uno de ellos. La pérdida de biodiversidad, consecuencia de la destrucción de hábitats naturales y la ocupación humana de nuevos espacios, aumenta la probabilidad de que un patógeno efectúe el salto del mundo animal a los humanos”. A continuación se apuntan ya alguno de los temas que el capítulo de la obra del XXV aniversario de la Fundación Gaspar Casal desarrolla plenamente, tal como quedarán recogidos en las conclusiones del capítulo del que soy coautor:
“La actuación del ser humano sobre el planeta está provocando que disminuya gravemente el bienestar humano a medida que el planeta enferma. A menos que demos un giro radical a nuestra senda de emisiones, las olas de calor, las pandemias y demás efectos del aumento de la temperatura llegarán a generar más de nueve millones de muertes adicionales al año para finales de siglo6. Y es que la concentración de CO2 en la atmósfera está tan lejos del período preindustrial como el período preindustrial estaba de la última glaciación. Vivimos un momento crucial en la historia del ser humano en el planeta. Somos la causa de nuestros principales problemas, pero también poseemos el conocimiento y la tecnología para resolverlos. Somos, pues, dueños de nuestro futuro.
Las decisiones que tomemos en los próximos diez años determinarán las opciones que nos quedan. Sabemos que no hay alternativa a una senda de cero emisiones. Cualquier otra trayectoria nos llevaría hacia un mundo más hostil en un período demasiado corto para poder adaptarnos. No podemos esperar que esta trayectoria se genere espontáneamente. De la misma manera que la Edad de Piedra no terminó porque el mundo se quedó sin piedras, el fin de los combustibles fósiles no llegará por el agotamiento de las reservas de carbón y petróleo, entre otras cosas porque no sobrepasar los 2oC requiere dejar un 65-80% de estas reservas sin utilizar bajo tierra. La intervención de los gobiernos es, por tanto, una condición sine qua non para una transición hacia una sociedad de energía limpia.
Pero la política del clima se enfrenta a tres importantes retos: la necesidad de cooperación internacional (la tragedia de los bienes públicos comunes requiere buen gobierno internacional), la necesidad de encontrar el apoyo popular a las medidas económicas más eficaces (las propuestas económicas no pueden ignorar los aspectos políticos y sociales), y la oposición de los intereses creados. A estos retos se suma la premura para adoptar las medidas necesarias y la gravedad de las consecuencias de la inacción.
Por “suerte”, los efectos del cambio climático empiezan a manifestarse ya y aparecen recurrentemente en los medios de comunicación. Los incendios en California o en Australia, la intensificación de los tornados, o el visible cambio en del tiempo atmosférico son percibidos por la mayoría de la población como consecuencias del aumento de temperatura y así se anuncian además en la mayoría, salvando excepciones, de los discursos políticos y sociales. Por otro lado, la pandemia de la covid19 ha mostrado de manera cruenta que el entorno puede cambiar repentinamente y sacarnos bruscamente de nuestra zona de confort.
Estos dos hechos deberían aprovecharse para enfatizar una de las facetas más inquietantes del cambio climático: la posibilidad de eventos singulares, como la muerte regresiva del bosque boreal o del Amazonas, la ruptura de los procesos monzónicos, la pérdida del permafrost o la disrupción de las circulaciones oceánicas, que transformen rápidamente el clima del planeta, pero cuyo riesgo es difícil de concebir por la mayoría de la población. Ante estos riesgos, hemos de optar por el escenario pesimista y actuar ya”.
Vicente Ortún
Catedrático Emérito contratado Departamento de Economía y Empresa, UPF
Consejo de Gobierno Parque de Salud Mar
Co-director MADS, Fundación Gaspar Casal/UPF-BSM/CRES-UPF