Es difícil encontrar una frase que pueda resumir mejor el cambio de paradigma que vive el mundo actual que la pronunciada por Mark Zuckerberg en 2012 cuando aconsejó frente a un auditorio de recién graduados: “Muévete rápido y rompe cosas. Si no estas rompiendo cosas, no te estas moviendo lo suficientemente rápido”.
Fue Thomas Kuhn en su obra de 1962 “la estructura de las revoluciones científicas” el que explicó que debía entenderse por “cambio de paradigma”. En resumidas cuentas, consiste en que sin el avance de la técnica no existe la posibilidad de dar respuesta a los interrogantes del momento, produciéndose así un cambio de paradigma.
La globalización, Internet, la crisis de la representación, la internacionalización de la economía, el auge de las nuevas tecnologías…son, en suma, las causas motivadoras del cambio de paradigma que vivimos hacia la Cuarta Revolución Industrial.
Quizás, los inmensos avances tecnológicos a modo de smartphones, conectividad 5G, Inteligencia Artificial, big data, blockchain… lo que algunas aciertan en denominar “El internet de las cosas “represente en el s.XXI lo que la máquina de vapor, supuso en el s.XVIII. ¿Puede ser Zuckerberg, el James Watt del s.XXI?
Vivimos en la era de la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad o VUCA según Ansoff.
El escritor inglés James Harding alude a la necesidad de conciliar al valle con la colina. O, dicho de otra manera, los Estados deben garantizar un crecimiento sostenible, inteligente e integrador de lo que aportan las empresas tecnológicas.
Puede que el mayor reto al que se enfrenta este siglo sea el de cómo adaptarse a los cambios tan profundos y rápidos que acontecen. Para lo cual, la pregunta del millón es clara: ¿Cuál ha de ser el papel del estado en la contienda?
Las opiniones difieren desde la vuelta a un Estado de mínimos hasta la persecución de un Estado garantista o cuasi paternalista.
El politólogo español Ramiò aboga por establecer un Estado fuerte a la vez que inteligente y sutil, integrador de todas las esferas del mundo actual, para dar así respuesta a los males de este mundo. Se trata de un Estado marcado por una gobernanza institucional inteligente.
Lo anterior, contrasta con la visión dada por Osborne en 1993 a favor del Estado Emprendedor. Dicho estado aboga más por una gestión empresarial de los asuntos públicos en lo apodado como nueva gestión pública y cuya reforma se introdujo en los EEUU por Al Gore.
Desde la UE, la Estrategia Europa 2020, trata de dar respuesta al cambio de paradigma que representa la 4ª Revolución Industrial a través de un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, en virtud del cual, las TICs aparecen como un medio para ese fin. Como un aliado en la empresa que supone la transformación digital del mundo.
Así, España, al igual que el resto de los EEMM, se ha hecho eco de dicha visión y ha aprobado su propia Agenda Digital.
Estado-nación, Estado start-up, estado relacional. ¿Cuál es la forma que ha de adoptar el estado en el siglo XXI para hacer frente a la Cuarta Revolución Industrial?
Un sector crítico sigue manteniendo, a día de hoy, los postulados de las políticas públicas de Reagan y Thatcher en los años 80 del pasado siglo. Stephen J. Bailey en su “Rolling back the frontiers of the state”, apoya dicho adelgazamiento.
Si bien, la voluntad política de la UE aboga por un papel de los EEMM garantista y protector… asegurador de la consagración del Estado social en el s.XXI.
Así, la Agenda Digital de la UE opta por servirse de las Tics y sacar el máximo provecho a Internet y a la interoperabilidad e interconexión que permite. Los objetivos que persigue son:
- Eliminar los obstáculos del mercado único digital.
- Impulsar el comercio electrónico.
- Desarrollar infraestructuras y redes propias.
- Aumentar la seguridad en el ámbito digital.
El potencial de las empresas tecnológicas es indiscutible, suponen el 5% del PIB de la UE. De ahí que para lograr un crecimiento integrador, la UE ha puesto en marcha una Gran Coalición para el Empleo Digital a fin de ofrecer formación adecuada para los puestos que necesitan cubrir dichas empresas.
España ha implementado su propia Agenda Digital en el año 2013, cuyas metas son:
- Fomentar el despliegue de las redes.
- Impulsar la economía digital.
- Mejorar la e-administration.
- Aumentar la confianza en las redes.
- Impulsar I+D+i en las Tics.
- Asegurar la alfabetización digital.
Los resultados de la agenda han sido muchos y muy positivas. Si bien, los cambios en la materia se tornan lentos por la transformación organizativa que suponen.
En febrero de 2018, el gobierno creó un grupo de trabajo interministerial para la transformación digital.
Nótese bien que se trata de una transformación que es más que un mero cambio o una reforma. En puridad, es una metamorfosis.
Parece como si se hubieran hecho eco de la última obra escrita por Ulrich Beck titulada “La metamorfosis del mundo”.
El cambio es imparable. La pregunta ahora: ¿seremos capaces de transformar nuestra economía para adaptarla a la 4ª R.I?
O según la pluma de Beck: ¿sabe la oruga que se va a convertir en mariposa?