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¿Quiénes y cómo se gobiernan las organizaciones sanitarias?, ¿cómo seleccionamos a los directivos?, ¿qué méritos son exigibles?, ¿a quién se deben los gestores?, ¿qué tipo de carrera profesional es deseable y qué movilidad existe entre las regiones españolas?, ¿cómo incentivamos el incorporar a los mejores?, ¿qué tipo de resultados pedimos?, ¿quién asume riesgos reales?, ¿es posible ser emprendedor y líder con la estructura organizativa existente?, ¿quién vigila el buen gobierno?, ¿cómo  se controlan los conflictos de intereses como el flujo de directivos del sector público al privado?. Son muchas las preguntas que se generan en la practica gestora y clínica diaria sin una respuesta concreta,…… Preocupa conocer algunas respuestas que no gusten y no conocer otras, por falta de definición de quién tiene que definirlas: casi siempre el Estado, pocas veces el mercado y muchas veces los profesionales sanitarios. La gestión, que duda cabe, es una profesión más joven, que está menos consolidada y tiene más dificultades para definir perfiles que, por ejemplo, la medicina, la abogacía, la ingeniería o la arquitectura.

Los cambios experimentados en el mundo de la salud, el incremento del coste de los recursos sanitarios, la aparición de nuevas tecnologías sanitarias, la variabilidad en la atención clínica o la participación de los pacientes en las decisiones médicas, hacen cada vez más necesarios estudios universitarios de postgrado basados en la experiencia profesional y en la calidad de contenidos y profesorado, que permitan a los profesionales que intervienen en los procesos de decisión clínica ser capaces de afrontar dichos retos con una mayor garantía de éxito.

Por otro lado, las Comunidades Autónomas con competencias plenas en materia sanitaria, se ven obligadas a reflexionar y decidir sobre el futuro modelo organizativo mediante el cual se va a transformar la financiación recibida en servicios asistenciales para la población protegida. Este reto se deberá afrontar en un momento de fuerte incertidumbre provocado por las dificultades económicas, las nuevas tecnologías de la información, la innovación incesante en las ciencias biomédicas y el crecimiento de las demandas de la sociedad. Se requiere, por tanto, mejorar la capacidad de gestionar e innovar a fin de dar respuesta a los desafíos que afronta la organización y gestión de un sistema sanitario moderno, eficaz y eficiente. Las razones apuntadas refuerzan la necesidad de contribuir a la formación de directivos, gestores y profesionales de la medicina en el momento actual, respondiendo a una necesidad ampliamente sentida, que se hace todavía más evidente en la incertidumbre mostrada por algunas Comunidades a la hora de afrontar sus retos presentes y futuros. La única forma de asegurar la estabilidad que necesita la gestión sanitaria y clínica es ampliar la formación de directivos de cualquier orientación política. Para muchos profesionales de la gestión del sistema sanitario es difícil trazar la barrera entre lo político, lo técnico y lo directivo, lo que implica la necesidad de encontrar caminos sencillos y didácticos que faciliten esta distinción, estableciendo diferencias entre macro, meso y micro gestión.

Se necesitan programas de formación reglada y universitaria que aseguren que los participantes adquieran y/o refuercen los conocimientos y, sobre todo, la transferencia de las habilidades necesarias para realizar las tareas de Dirección y Administración en el ámbito de los Servicios de Salud. Deben ser programas que busquen el beneficio social y no el posicionamiento dentro del nicho del mercado de formación. Es más que razonable someter dichos programas al escrutinio externo independiente, y la adecuación de los mismos a las necesidades formativas reales en gestión.

Para lo anterior, la elección informada es crucial: la conveniencia de señalizar los centros académicos «excelentes» mediante rankings elaborados por agencias de evaluación independientes (al estilo de las universidades norteamericanas que contemplan, entre otros criterios, juicios de empleadores y ex alumnos) y por distintos medios de comunicación, y que reflejen comportamientos de carreras profesionales, la discriminación entre los que tienen “cuadros docentes» y los que pasan invitando unas cuantas figuras con renombre, permitirá discernir aquellas instituciones con recorrido docente acreditado y con larga experiencia práctica, de las que no lo tienen. El mecanismo de señalización ha de permitir apuntar hacia aquellas instituciones docentes que añadan valor en términos del impacto de los programas en la carrera profesional, entrada, permanencia y progreso en mercado de trabajo. Nuestro programa con veinticuatro años en el mercado (www.e-mads.org) fue sometido a una encuesta telefónica donde se preguntaba a los ex alumnos por el impacto profesional, encontrándonos que el 46% aseguran haber mejorado su carrera profesional gracias a la realización del Master.

La formación en  gestión permite acercar los logros reales del sistema a los mejores posibles (de la efectividad a la eficacia). Hay que conocer mejor el sistema, eliminar los fallos estructurales que favorecen la ineficiencia y ser consciente de que la gestión de cada centro afecta a otros. Así, la buena gestión  pasa por reducir la brecha entre los resultados que en realidad se están consiguiendo (efectividad) y los que pueden conseguirse (eficacia). Éste tipo de gestión, eminentemente clínica, necesita de una excelente base disciplinar clínica y un  aprendizaje continuo. Sirva como símil que uno no se puede imaginar entrenadores de equipos de fútbol que no dominan su oficio y que su vida profesional dure sólo unos meses. Mediante la formación se puede compartir el conocimiento y la experiencia suficiente para ir introduciendo mejoras en los servicios sanitarios junto con habilidades analíticas para aportar soluciones a los problemas. Es importante profesionalizar la gestión, la adecuada gestión de los centros sanitarios requiere una formación, una calificación y una dedicación que no son innatas, sino adquiridas mediante la formación y la trasmisión de experiencias.

El objetivo de los programas debe ser profundizar en los aspectos relevantes del entorno socioeconómico en el que se desenvuelven los servicios de salud, desarrollar los fundamentos de la economía de la salud, ampliar el uso de técnicas de gestión, aprender habilidades directivas mediante el trabajo en equipo y la toma de decisiones coordinada y generar una visión integral de la actividad asistencial en el ámbito de la prestación de servicios, compartiendo experiencias profesionales con personas que han decidido dirigir su propio futuro. Todo ello desde la experiencia de los formadores y la honestidad en el objetivo de buscar el beneficio social a través de una mejor formación para los profesionales de la práctica gestora y clínica, mezclada a través de la gestión clínica. Es necesario que dicha formación aporte, junto a los conocimientos más innovadores de la gestión, la potenciación de destrezas, saber resolver los problemas de forma imaginativa, los valores de las organizaciones, la dimensión humana y las competencias imprescindibles para poder afrontar la práctica clínica y gestora en el entorno sanitario de hoy en día, que es complejo y profundamente retador.

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