Hay evidencia empírica acerca del cambio tecnológico como trigger de la prosperidad económica y, además, puede ayudar en desafíos a los que se enfrenta la humanidad como pandemias, cambio climático y pobreza global. A nivel social e individual infra invertimos en innovación lo que justifica que gobiernos den soporte a la ciencia, a la academia y a la I+D corporativa. Pero ¿pueden las fuerzas del mercado a través de incentivos al beneficio, la competitividad y la reputación de los investigadores, conseguir la dirección correcta en innovación?

En asistencia sanitaria la aceleración tecnológica puede dirigirse hacia tecnologías curativas y medicamentos o priorizarse a tecnologías preventivas. Hay muchas razones sistemáticas para que la dirección de la innovación sea distorsionada. Por ejemplo, un factor que impacta como las emisiones de carbono, se da más en unas tecnologías que en otras, y puede revertir las ganancias en el bienestar y hasta enlentecer el crecimiento económico.

Los grandes desafíos y que el mercado no puede conseguir siempre la dirección correcta de la innovación. Menos aún, los gobiernos y los burócratas a pesar de su conocimiento técnico. Las diferencias entre los productos generados por las diferentes tecnologías o las externalidades cuantificables nos pueden llevar a acordar la extensión de las distorsiones. Hasta se puede argumentar que la distorsiones resultantes son por infra inversión o por intervenciones gubernamentales erróneas. Una regulación sensata ayudaría.

También hay distorsiones en la dirección de la investigación científica y corporativa. Por ejemplo, investigadores siguiéndose unos a otros e influenciados por otras visiones que pueden llevar a sobre invertir en determinados paradigmas. Preocupa especialmente en el campo de la inteligencia artificial que empuja a los investigadores a priorizar en la automatización y en la recogida de datos a escala masiva.

Determinados impuestos pueden redirigir el cambio tecnológico, aunque en muchos países hay problemas políticos y de corrupción que llevan a proteger rentas y privilegios de algunos operadores. La historia está llena de ejemplos de grupos de interés que intentan bloquear determinados cambios tecnológicos.

Un área de interés de investigación puede ser ahondar en modelos de estructura de mercado de empresas y evaluar los efectos pro y anticompetitivos de políticas destinadas a redirigir el cambio tecnológico, invirtiendo en tecnologías más beneficiosas socialmente, sin mermar la economía competitiva.

Aliada con la globalización, la revolución tecnológica está cambiando el mundo que conocíamos. Una primera constatación se hace obligada: el mundo no había sido nunca tan próspero y pacífico, tan capaz de crear increíbles avances y hacerlos disponibles para las personas. Hay múltiples estudios que muestran evidencias de mejora en una abrumadora mayoría de los indicadores de desarrollo humano, desde la esperanza de vida a la seguridad, pasando por la reducción de la pobreza, la paz o la democracia. Y sobre esas bases de progreso, la aceleración exponencial del cambio tecnológico abre, además, avenidas de prosperidad y bienestar inimaginables hasta hace bien poco. En los últimos años hay nubarrones que vienen de la mano de la polarización empujada por el uso masivo de redes y plataformas digitales.

La Agenda 2030 de Naciones Unidas ilustra esta realidad social paradójica que obliga a las sociedades a afrontar simultáneamente los retos de progresar y de proteger, y que les exige articular para ello complejos procesos de innovación social. El objetivo es doble: por una parte, aprovechar las enormes oportunidades disponibles de crecimiento y prosperidad; y, por otra, preservar a la ciudadanía de las amenazas derivadas de esos mismos escenarios de cambio e intentar convertir el futuro en algo más previsible y gobernable. Entrar decididamente en la cancha de la innovación y jugar al mismo tiempo a la defensa y al ataque, tal es el reto que tendrá que afrontar, partido a partido, la gobernanza pública de la era exponencial. No es poco reto. Todos nos necesitamos, empujando en la misma dirección, bien cuando ataquemos o cuando nos defendamos. Veremos.

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