Ya decía Horacio «Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza» y Virgilio “Dichoso aquel que puede conocer las causas de las cosas”. Con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas que persiguen desde abordar la pobreza y el hambre, las enfermedades y las desigualdades, hasta el cambio climático y la degradación ecológica, hay que hacer muchas cosas, pero teniendo constancia previa de la eficacia en las políticas que se vayan a implementar. Parecen muchos objetivos. Posiblemente, el que defiende todo no defiende nada. Los que ponen el énfasis en todo, no lo ponen en nada.

17-ODS

Fijar metas por medio de consenso puede acabar, sin más, en una lista de deseos. Además, en el globo aparecen obstáculos muy serios: gigantes rivalidades geopolíticas, creciente desigualdad social y disrupción tecnológica con llamamientos populistas a políticas nacionalistas, incluido el proteccionismo comercial. Vemos un mundo donde sigue reinando el Estado soberano, con intereses nacionales que eclipsan los objetivos comunes. Pagar por bienes públicos globales resulta cada vez menos atractivo. No existe un mecanismo tributario mundial para garantizar este suministro de bienes públicos, ni hay políticas monetarias o de bienestar globales para mantener la estabilidad de los precios y la paz social.

Hay carencias de información, especialmente datos sobre las necesidades de mujeres y niñas en particular, que afectaran a varios ODS. Los patrones de crecimiento económico no son mayoritariamente inclusivos, tanto en los países desarrollados como los que están en desarrollo, por lo que hay pocas esperanzas de reducir la pobreza o de satisfacer las necesidades básicas como la salud o la seguridad. Que estornude China o la India afectará a todo el mundo. Estamos cada vez más interconectados, pero con efectos en cadena ante dificultades económicas. El buen gobierno (transparencia y rendición de cuentas) y la calidad de la democracia con ciudadanos exigentes con sus electos, permitirán avanzar, con el tiempo, por un camino de mayor bonanza mejor repartida.

Es la política, más que la economía y la política de la gente lo verdaderamente relevante. Nuestra generación vive en un mundo más rico que nunca. Debería ser fácil garantizar que todas las personas tengan la nutrición y la atención medica que precisan para vivir una vida plena. Y educar a todos para que puedan hacer un mejor uso de las tecnologías. Y tener pensiones dignas que proporcionen bienestar en la vejez. Para todo ello, los más acaudalados pagarán impuestos suficientes para que el crecimiento se comparta de manera verdadera y equitativa.

Lamentablemente, mientras muchas gentes de buen corazón trabajan por empujar los ODS, otros (falsos políticos y falsas políticas) levantan nuevas barreras avivando la animadversión hacia aquellos que menos se han beneficiado del crecimiento desigual y que, en no pocas ocasiones, han quedado excluidos. ¿Conoce esta gente los ODS? O sólo los que estamos agradecidos de nuestras circunstancias y competencias. Posiblemente tenemos más de lo que merecemos para nosotros, si bien cada uno de nosotros se merece todo y cada uno de nosotros no se merece nada. Los ODS pueden requerir un enfoque distinto en el que se libere la mente de la idea de merecer, de la idea de ganarte la vida…y empezar a ser capaces de pensar más en cómo mejorar en capacidades humanas que realmente liberen a los individuos (Amartya Sen).

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