La revolución tecnológica ha cambiado nuestro modo de vida y, especialmente, el de los nativos digitales, los adolescentes. Varios estudios han observado, en distintas partes del mundo, que el uso problemático de los smartphones en adolescentes es un problema cada vez más frecuente y está asociado a otros problemas como consumo de drogas, aislamiento social, y acoso escolar. Sin embargo, la importancia de este problema no está bien establecida, la conciencia de los afectados parece ser escasa y es poco lo que se sabe aún sobre su mejor tratamiento.

La espectacular expansión tecnológica que ha tenido lugar en el mundo en la última década ha cambiado, y mejorado, nuestro modo de trabajar, comprar, viajar, comunicarnos y, en definitiva, de vivir. Más de un 90% de la población española utiliza teléfonos móviles, y más de un 70% utiliza aplicaciones de mensajería como Whatsapp, de los cuales el 90% refieren utilizarlas “varias veces al día” o “continuamente” (CIS 2016). Las encuestas muestran un uso aún mayor entre adolescentes, reflejando que un 98 y un 99% habrían utilizado Internet o un teléfono móvil en los últimos tres meses respectivamente (INE). Estos porcentajes no resultan sorprendentes.

Los adolescentes de hoy son la primera generación de lo que se ha denominado “nativos digitales”, es decir, jóvenes que han nacido y pasado toda su vida rodeados de aparatos tecnológicos como ordenadores, móviles, video consolas, tablets… Lo que ha provocado un cambio disruptivo en su forma de interactuar y entender el mundo que rompe con las generaciones anteriores, los “inmigrantes digitales”.

No obstante, los innumerables beneficios que se derivan de la revolución digital tienen su contrapartida. Actualmente, las nuevas tecnologías son percibidas como causa de un mayor distanciamiento entre padres e hijos en varios aspectos y como un peligro para la intimidad personal (CIS, 2016). También se ha descrito en varios estudios la aparición de un nuevo comportamiento adictivo, la adicción (o uso problemático) a las nuevas tecnologías. Y se ha identificado un subgrupo especialmente vulnerable, los adolescentes, que pueden llegar a pasar más de 11 horas de media utilizando algún aparato tecnológico (incluyendo la televisión).

Hablamos de adicción o uso problemático de nuevas tecnologías cuando éste está relacionado a intenso deseo y ansia de uso, pérdida del control, descuido de las actividades habituales, preocupación de las personas allegadas, focalización de relaciones e intereses en torno a la conducta adictiva e irritabilidad o malestar cuando es imposible llevar a cabo la conducta adictiva.

La prevalencia de “uso problemático” a nuevas tecnologías entre adolescentes se ha cifrado en varios estudios transversales internacionales entre el 5 y el 30%. Cifras preocupantes cuando se ha encontrado asociación significativa entre el “uso problemático” de nuevas tecnologías y problemas de índole relacional, social y físico. Se han observado peores resultados académicos, peores relaciones personales con padres y compañeros, mayor agresividad y mayor consumo de tabaco, alcohol, cannabis y otras drogas. Algo se empieza a hacer, desde la Delegación del Gobierno del Plan Nacional de Drogas se trabaja en conocer la magnitud del problema: Según ESTUDES 2016-2017, se ha incrementado el uso compulsivo de internet hasta el 21% de los estudiantes de 14 a 18 años, lo que supone un 4,6% más que en la anterior edición. La Organización Mundial de la Salud contempla como una nueva entidad al gaming disorder.

La sexta edición del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) contemplara incluir como adicción el uso abusivo del teléfono inteligente. Profesores y padres, cada vez cuentan con más información de cómo detectar y manejar esta nueva problemática. Francia, por ejemplo, prohíbe el uso de los móviles en el colegio. Los especialistas de salud mental, cada vez con más frecuencia, ven casos en sus consultas y cuentan con guías de cómo hacer frente a esta problemática. Por último, se precisa sensibilizar desde los medios de comunicación a la población general con mensajes claros de cómo abordar con eficacia este nuevo reto etiquetado como una nueva adicción.

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