Hay un famoso latinajo que dice algo así como: “salus publica suprema lex est”. O dicho en román paladino, la salud pública es el bien último que debe de proteger la ley.

Lo anterior, significa que, ante casos excepcionales, como puede ser una crisis sanitaria a consecuencia de la aparición de una bacteria (como la listeria), deben de aplicarse leyes excepcionales que sirvan para preservar el bien común, id est, la salud pública.

El reciente brote de Listeria ha provocado la histeria en la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla (así como una alarma social) y ha vuelto a mostrar la miseria que rige las relaciones inter-administrativas del estado español (más si el color político es distinto). Ha faltado cooperación, coordinación y colaboración eficaces en un asunto de interés general.

España precisa de una acción preventiva eficaz a la vez que de capacidad de respuesta inmediata que permita limitar los efectos perjudiciales de un mal como el vivido.

La lentitud institucional se complica en la práctica por tres niveles de Administración vertical (Estado, CCAA y EELL) e incontables brazos ejecutores horizontales, que han demostrado la falta de eficacia en un asunto tan apremiante como la salud pública.

Si no perfeccionamos la acción ex ante y una intervención que genere sintonía, seguiremos viviendo casos como el de la listeriosis.

La listeria es un patógeno casi inocuo para la mayoría de personas sanas, pero que puede ser letal para aquellas que tienen el sistema inmunológico debilitado y para bebés en gestación, como ha quedado patente en este brote que se ha cobrado la vida de tres personas, provocado siete abortos y afectado a más de 200 personas.

Tres muertes, siete abortos y más de doscientos afectados debido a una situación evitable, si la carne infectada no se hubiera puesto en circulación en un primer momento, o si se hubiera puesto coto a la misma de una forma mucho más inmediata.

Para mayor inri, la empresa sevillana Magrudis, la causante de la mayor parte del brote de listeriosis, no tenía ni licencia de actividad y durante casi cinco años ha fabricado y vendido alimentos procesados sin cumplir los requisitos administrativos para ello. Esto es inconcebible en una Administración del siglo XXI que debería moverse hacia los parámetros de buena gobernanza. Cuesta creer que, durante 5 años, dicha empresa haya comercializado un producto sin autorización, sin licencia de obra (cuando realizó una reforma) y sin pasar las necesarias Inspecciones de Sanidad. Pero como se suele decir, a veces la realidad supera la ficción.

La fortaleza del SNS también depende de la capacidad de dar respuesta frente a crisis y alertas sanitarias. Y de algo tan básico como de que se cumplan los requisitos administrativos, véase pasar los controles y las Inspecciones de Sanidad.

Dicen que de los errores es de lo que más se aprende. Prueba de ello es que, la Junta ha decidido poner en marcha un Nuevo Protocolo de Actuación. El pasado 3 de septiembre, se ha presentado a todos los médicos del Servicio Andaluz de Salud, especialmente a médicos de atención primaria y ginecólogos, para que empiecen a aplicarlo. Se abre así una oportunidad que pretende, en última instancia, sustituir el autismo institucional por la coherencia y la armonía. Crear este tipo de Protocolos que aúnan a distintos actores y unifican el procedimiento a seguir frente a crisis y alertas sanitarias, es un paso tremendamente positivo.

Sin embargo, hace pocos días,  la Consejería de Salud de Andalucía ha anunciado la existencia de una segunda alerta sanitaria a escala nacional después de detectar otro positivo infeccioso en los productos de una empresa gaditana llamada Sabores de Paterna, que a su vez, comercializa sus productos en Cádiz, Huelva, Málaga y Madrid.

¿Y ahora, qué? Aún se desconoce cuándo se podrá poner fin de forma definitiva a este brote con seis casos, también, en Alemania.

De una forma u otra, debemos aprovechar lo sucedido para poner sobre la mesa la relevancia de la salud pública como el bien supremo a proteger (y como hermana mayor de la Medicina). Hay que elevar su posición en la agenda política.

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